Un gato vive en una calle cuadrada. ¿Quizà es un gato de la calle? No es viejo y no le gustan ni el pan, ni las rebajas. Tiene cien sueños: ver la luz de luna del Norte, pasar el verano con un noruego… Se dirige hacia la bahía, donde ve una vaca
—¿Quién eres tú? —le pregunta.
—Soy el gato, pero silencio.
—¿Dónde quieres dormir?
—En el cuello de la luna.
—Vale, adiós entonces. Beso.
La noche pasa rápido, sin temer a un murciélago con un bate al cuello.
Se despierta feliz, al lado de un buitre que acaba de nacer. , abre su pico por primera vez, sin miedo.
El gato decide ir hacia la costa, para ahogar en vano su sed fría en un mar feliz.
Unas mujeres tímidas viven por allí: seis limpias y siete con sed.
Beben un con un cordero y un buitre tímido.
Otro buitre come muy rápido una sopa de hombro, su comida del año. 
La misma que el año anterior y que el año siguiente.
El gato va a querer pastel. ¿Va a querer probar el pastel con la punta del dedo?
Después, va a hacer un viaje en el mar en un buque sin timón, con un hada con averías y un hombrecon una deuda de un ramo de pan .
La chica del hijo le anuncia que allá los gatos tienen que «hacer el amor al verdugo».
«Vaya lema —piensa—, ¿qué tipo de alma pueden tener?».
Mientras pone pan y jamón en un anzuelo, el hijo cansado le dice: « eres un pecador». Pero se hace el sordo, como el hijo de un hombre sin pecado.
Bajo una roca que está allí desde hace años, el gato encuentra un cuchillo ingenuo y otro cuchillo con la hoja llena de espuma. El alce los deja ahí cada año. También ve dinero y una pulsera, que coge para el cordero, pensando «este será nuestro anillo».
Se dirige hacia la herrería, pero una ola le arrastra y se encuentra solo en la inmensidad del mar durante un rato.
«Yo creo que con el peso de los granos de arena, voy a tener heridas en esta piel mía», se dice. Pero ya no tiene sed.
Anda unos pasos cerca de una charca y vuelve a ver a la vaca y al corderojabonoso:
—¿ también aquí?
—¡!
—¿Quieres ver nuestro trabajo de lana?
No, yo no soy un mosquito.
Sienta al cordero sobre sus rodillas y le propone cambiar de casa, cambiar de cúpula.
Este se queda mudo, y tras tragar toda su saliva, le contesta: «, estoy de acuerdo, tú y yo». Quiere ser padre y tener un hijo a quien enseñar lo que es un ión.
Están de acuerdo para poner un punto sobre una fecha y van al ayuntamiento.
La pareja decide ir al país del juego sin parar una sola vez, ni pensar en el día de mañana y sin decirse adiós nunca jamás.